Desolación y vuelo reúne una buena parte de la poesía escrita por José Corredor-Matheos entre 1951 y el año de la publicación de este volumen, 2011, en la editorial Tusquets. Los textos que contiene esta "casi poesía completa" han sido escogidos por el propio autor. El poeta manchego afincado en Barcelona (nacido en Alcázar de San Juan en el año 1929) es uno de esos escritores que los críticos fueron dejando de lado por falta de referentes históricos para situarlo en la historia de la poesía española de la segunda mitad del siglo veinte. Es, por lo tanto, un poeta isla (como lo fue en su momento Antonio Gamoneda) pero que lenta y justamente se va sumando a esa extraordinaria lista de grandes poetas que produjo España durante todo el siglo pasado y parte de este.
La mejor poesía de José Corredor-Matheos no es sólo budista, como suele decirse cada vez que se habla de este autor, es una poesía minimalista y estoica, meditativa y cristiana, sufí, esencialista, abstracta y concreta a la vez (como la mística española), Best Replica Watches
neorromántica, en cuanto a su amor por la naturaleza (la obra de Goethe y de Rilke están presentes de una forma oblicua pero certera), simbolista, puesto que todo lo real es trascendido por su actitud meditativa. Es, en suma, una poesía que se viene haciendo desde el origen de la lírica occidental, Safo y la lírica latina, una poesía emotiva que parte de la vida cotidiana, de la identificación con las cosas mismas, que nos llega como un rayo silencioso al corazón y a la mente, con una economía de palabras zigzagueante y llena de luz, como un cuadro de Rothko o del mejor Miró.
De sus influencias orientales le ha quedado una vertebración de las palabras que nos enseñan a aceptar "la realidad como es": sombría y luminosa, de ahí el título de este volumen, Desolación y vuelo. Este poder de presencia de la realidad, en la ausencia de ella que es el lenguaje, lo ha logrado José Corredor-Matheos mejor que ningún poeta español de la segunda mitad del siglo veinte. Antes tuvimos a un Juan Ramón Jiménez, a cierto Antonio Machado y a Jorge Guillén, que con pocas palabras dijeron a veces mucho más que otros poetas, pero durante la segunda mitad del siglo veinte, fuera de unos cuantos libros que fueron parcos en palabras y ricos en pensamiento poético, hay pocas obras como las de este autor.
Para José Corredor-Matheos el poema auténtico no es un acto de la voluntad, sino el resultado de una obediencia, de una disponibilidad de los sentidos para aceptar su aparición como un don, un regalo, del lenguaje y de la vida. El poema, pues, no explica la vida, sino que es vida, es la esencia de la vida hecha lenguaje, sin el mayor esfuerzo: una especie de dictado de un yo interior que ni el mismo poeta sabe muy bien quién es, la poesía es El don de la ignorancia, como bien lo dice el título de uno de sus mejores libros, y también el Don de la ebriedad, que el joven Claudio Rodríguez dejó ya dicho en su magistral libro.
El poema "sale, cuando estás distraído", decía recientemente el autor en una charla que tuvo lugar en la Universidad de Castilla-La Mancha, es un producto de "la sorpresa, lo inesperado, de la vida cotidiana. El lenguaje de la poesía tiene que llegar al límite de la realidad. El poema es un fracaso. El éxito del poeta y del artista es reflejar ese fracaso en su obra, porque el poeta lo único que tiene son las palabras y con ellas refleja ese fracaso". De ahí, quizás, la frecuente presencia de la ausencia, del vacío, del silencio en su obra, pero sin pretensiones intelectuales, sino el vacío como una constatación de esa plenitud que es vivir la vida como una constante celebración de estar vivo, de estar rodeado de vida, identificándose plenamente tanto con un perro vagabundo como con la galaxia más remota.
Sin duda la aparición de Desolación y vuelo. Poesía reunida (1951-2011) es uno de los acontecimientos literarios más notables de este año, no solamente en el ámbito de la poesía en lengua española, sino también en la esfera de la espiritualidad, porque los mejores poemas de José Corredor-Matheos, son una invitación a la meditación serena sobre la realidad, que, a pesar de su lado oscuro, el autor nos enseña a identificarnos con ella plenamente, como una manera de mitigar la soledad del ser humano en tiempos de miseria.