Apariciones extraordinarias
Fina Garc�a Marruz, El instante raro (Antolog�a po�tica), Pre-Textos, Valencia, 464 pp., 2010
Vamos a empezar con un lugar común: a saber, que la generación de los origenistas cubanos tuvo una significación fundamental en la poesía de su país. Sigamos con otro tópico: José Lezama Lima fue su líder natural y Cintio Vitier, el máximo difusor de la obra del grupo. Y terminemos estas primeras palabras con otro más: Fina García Marruz es una de las voces más interesantes y ocultas de Orígenes.
Los lugares comunes no tienen por qué ser falsos. De hecho, los tres que acabamos de enunciar encierran grandes dosis de verdad, aunque el último de ellos sea el más difícil de demostrar por razones evidentes. Lo cierto es que la obra de Fina García Marruz ha seguido una senda secreta que merecería mucha mayor atención. Sus libros apenas se han editado fuera de la isla, a diferencia de la de sus compañeros y parientes Lezama, Vitier, Baquero, Piñera o Diego. Sus lectores y críticos, casi todos cubanos, han modelado la imagen de una mujer sensible, devota y atenta a la belleza religiosa de la vida cotidiana. Pero seguramente algunos rasgos identificativos de su poesía, aparte del hecho de ser mujer, la han relegado ligeramente a un segundo plano. El mismo Cintio Vitier —¡su marido!— habla de la
humilitas, la pobreza casi franciscana, el buscado desaliño de su poesía. Quién sabe si el perfil modesto de la personalidad de Fina no ha colaborado en esta lectura: "
…mis versos / algo deslavazados, ni bien ni mal del todo. / Acá un mate apagado, allá un fulgor humilde, / y espacios que aún alientan entre arrumbados oros".
La lectura de esta extensa antología, la primera realizada en España sobre Fina García Marruz, descubre una rica evolución, aunque quizás (para ser justos) algo desigual en el reparto de aciertos y declives. Así, a veces se notan ciertas disonancias y, en otras ocasiones, una retórica abstracta e invocativa que interrumpe el tono espontáneo y elemental que caracterizaba al poema. Véase, si no, la confusa trayectoria con que arranca el siguiente soneto:
Panerai Replica
Cuando las manos se quedaban en reposo
sobre la quieta falda y silenciosa
nos escuchaba hablar ¿en qué pensaba
para adentro, hacia el no, desde la vida?Sin duda, el barroco hermetismo de Lezama no pasó al lado de Fina, como del resto de su generación, sin hacerse sentir (
Como un danzante empieza continuando / penetro al dios o río que no empieza / en su orilla increíble estoy temblando…). Señala la útil introducción de Milena Rodríguez que algunos críticos como Fernández Retamar han llamado la atención sobre la "falta de oscuridad" y la "claridad expositiva" de la poesía de Fina. Pero esto no siempre es así. Ya hemos visto que los versos anteriores no son precisamente un ejemplo de transparencia. Da la impresión de que este tipo de lecturas, condescendientes y paternalistas, asocian una cierta clase de sencillez, casi la indigencia intelectual para quienes las sostienen, con el fervor y la piedad cristianas. Sin embargo, la mirada de Fina puede ser religiosa, pero en absoluto simplista. En sus primeros libros articula una poética conceptista en la que se marca una vocación ética y estética ante el mundo. La poeta da testimonio de la belleza de las cosas creadas y, en su quehacer, se mejora a sí misma, asumiendo una máscara que la transforma a ella delante de Dios:
No mira Dios al que tú sabes que eres
—
la luz es ilusión, también locura—
sino la imagen tuya que prefieres,
que lo que amas torna valedera,
y puesto que es así, sólo procura
que tu máscara sea verdadera.Esta vocación tiene una carga moral, ya que la poeta tiene la misión de escribir para dejar testimonio intemporal de la caducidad de todo, incluido uno mismo. Una camisa, la cuchara, un periódico roído por el tiempo o una visita al zoológico. Las menudencias de la vida diaria son traídas a la presencia de la poeta para transfigurarse mediante palabras con aspiración de eternidad. Como se dice en estos versos de ecos juanramonianos:
Ay, y que lo único
que quedará de mí sea lo escrito
por mí, lo dicho por mí.
Yo que hallé en lo escondido una extraña familia.Por supuesto, "Lo escondido" no implica ningún género de experiencias sobresalientes. Son más bien los asuntos cotidianos quienes adquieren el carácter sorprendente gracias a la mirada extrañada de la poeta. Ésta puede buscar en los alrededores de las vivencias importantes o extraordinarias en apariencia y encontrar, de pronto, que lo más asombroso descansa en un detalle pequeño, olvidado, insignificante.
Lo más raro, después de todo,
no es morirse. Es
no haber podido terminar
el dobladillo de la saya
que dejamos sobre la mesa,
oh, qué confiados. Es decir, la muerte en abstracto es una realidad asumida y necesaria, pero lo digno de consideración no es tanto el hecho en sí, sino las circunstancias concretas que brotan de la imagen. Surge así "el instante raro" —la expresión es de Martí— de la emoción única que hay que transmitir. En efecto, un puntal de la poética de Fina es la mirada asombrada frente a lo más inmediato y familiar. En sus mejores momentos, las cosas que preocupan a Fina García Marruz (la poesía, Cuba, Dios, el hogar, la infancia) se adornan de una magia propia y se ofrecen al lector como lo que son: apariciones extraordinarias en medio del tiempo que pasa.
Javier de Navascués