A fuerza de construcciones
Adolfo Cueto, Dragados y Construcciones, Visor, Madrid, 89 pp., 2011
"Se entiende por dragado la operación de limpieza de los sedimentos en cursos de agua, lagos, bahías, accesos a puertos para aumentar la profundidad de un canal navegable o de un río con el fin de aumentar la capacidad de transporte de agua, evitando así las inundaciones aguas arriba. Asimismo, se pretende con ello aumentar el calado de estas zonas para facilitar el tráfico marítimo por ellas sin perjuicio para los buques, evitando el riesgo de encallamiento". (Wikipedia)
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Esta definición podría servir de radiografía del libro que Adolfo Cueto ha escrito, del proceso que es necesario llevar a cabo en la vida de la persona de limpieza interior para poder dejar vía libre al amor, que es de lo que realmente se habla en esta obra. La metáfora del título remite a una realidad muy actual que es tratada con un lenguaje apropiado a la misma, y que nos da el tono que predominará a lo largo del libro. La estructura bimembre del mismo, basado en la conjunción copulativa, bien podría haberse formulado como una condicional, puesto que el segundo elemento, la construcción, sólo es posible si antes se ha dado el primero, el proceso de dragado.
Cueto no habla directamente de la crisis económica que devasta España, tal y como podría connotarse del título, pero bien puede aplicarse a esta realidad coyuntural el análisis que plantea del "intramundo" de la persona. Habla, más bien, de la crisis de la persona, con una denuncia clara de todo aquello que hay de falaz en el ser humano, y de lo que le imposibilita desarrollarse como tal: la codicia, la mentira, el miedo, el dolor...
Debajo de estas líneas van secuencias / de vida, van fragmentos / de muerte. Todo lo subterráneo que está en ti. El eje de coordenadas de su pensamiento es la "contradicción" y, consecuentemente, la ironía, modus operandi que nos recuerda el quehacer de la poesía barroca y, más cercano a nosotros, Unamuno, Luis Cernuda o Claudio Rodríguez. No son pocos los versos que están articulados sobre la antítesis, que refleja el mundo de opuestos al que se ve sometido el hombre en su lucha por preservar límpido el amor. El poeta, desde luego, tiene claro que en nosotros mismos se encuentra el motivo de nuestra infelicidad, de lo que hace al mundo menos habitable. El
Homo homini lupus está demasiado presente en una obra en la que hay poco espacio para la confianza en el hombre y la ciudad en la que habita. Toda una serie de metáforas urbanas desentrañan el oscuro mundo que carcome al hombre en su interior y la presión que sufre desde el exterior.
¿Dónde está la salida?, se pregunta en un poema. La descubriremos, más adelante, en el amor, en ese amor quevediano más poderoso que la muerte, "ese nudo profundo donde juntos, nosotros somos más que nosotros".
Dragados y Construcciones (VIII Premio Emilio Alarcos) tiene tres partes, un prólogo, a modo de aviso de navegantes, y un epílogo, que constituye su poética. La división tripartita nos permite establecer un paralelismo con la
Commedia dantesca, puesto que en la primera parte ("Fuera de cobertura") hay una verdadera bajada a los infiernos de la mezquindad humana; en la segunda ("Road Movie"), un paseo por la ciudad-purgatorio que nos ha tocado vivir; y, finalmente, la tercera ("Música hacia el fondo") un ascenso al paraíso del amor. Esta similitud con el poema italiano, sin embargo, no es tal si tenemos que hablar de la dicción: el decir comedido, exacto y musical que caracteriza al poeta florentino, en el poeta astur-madrileño pasa a ser desmesurado. El lenguaje fluye a borbotones, intentando
llegar hasta el final, a donde las palabras / no pueden llegar, con un barroquismo característico de toda la poesía española y que deja entrever, en el caso que nos ocupa, una desconfianza en la capacidad de la palabra. Esta desconfianza, explícita en el epílogo, puede, en ocasiones, hacer descuidada la dicción y conllevar una fraseología estandarizada y vacía de significación.
Adolfo Cueto ha escrito un libro sincero, cargado de imágenes, con un lenguaje actual para una realidad no menos actual; duro, con predominio de léxico de carácter negativo. Poesía de evocaciones, de sensaciones, en que, junto a la crónica "apocalíptica", hay una mirada idealista a la ventana del amor. El poeta no duda en servirse de la lectura del mundo que han hecho los otros: Juan Ramón Jiménez (la evocación del poema "El mirlo fiel" es uno de los grandes aciertos relojes imitacion de este libro), la noche oscura de san Juan de la Cruz, los mundos posibles de Éluard, la atmósfera densa de los cuadros de Hopper, pero también Munch, Claudio Rodríguez, Paul Klee, y tantos otros que sostienen estos versos. Cueto ha escrito una obra sólida, inteligente, en la que casi nada escapa al bisturí de la ironía.
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José Manuel Pons