"APRECIO MÁS LA PROSA que la poesía de muchos poetas. Es en aquélla donde yace inadvertida otra poesía, que no se anuncia como tal, que simplemente aparece. Pienso en Martí, Valéry, Machado, Mistral (Gabriela), Salinas. Son muchos los nombres que acuden a la punta del bolígrafo" [p. 602]. El bolígrafo en cuestión es del poeta venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930). A esa lista añado yo con mi boli al propio Cadenas.
ÉL ESCRIBE: "Me llama la prosa,Replica Watches o mejor, el apunte, el fragmento, el jirón". [p. 594] Y también: "Mi reflexión es fragmentaria. Los poemas son momentos. Anotaciones" [p. 586] Lo mismo esta reseña.
YO ESCRIBO estas notas sin temor ni temblor porque —contra la tradición del género— el prólogo de Darío Jaramillo es extraordinario y todo lo que a mí se me escape lo encontrará allí el interesado lector.
NO DIRÉ QUE LOS POEMAS estén mal. De hecho, muchos están bien. Digo que las prosas están todavía mejor y que para entender del todo los poemas convendría empezar por las prosas, que se agrupan en la segunda mitad del volumen.
EN ESAS NOTAS SE DEFIENDE la contemplación, lo fragmentario, la brevedad, la imponente presencia misteriosa de la realidad, la importancia del lenguaje y, a la vez, el estilo prosaico en los poemas.
QUE CADENAS ME PERDONE por hablar de su estilo, que el no quiere: Yo no quiero estilo, / sino honradez.
ESCRIBE: "Lo moderno que me atrae sería solamente la proximidad del lenguaje que uso respecto al habla natural, el verso libre que evita hasta las menores asonancias, la sequedad insobornable, la ausencia de figuras literarias, la prosificación del texto, la antipoesía, la alusión, la ironía". [p. 595]
LA MODERNIDAD DE CADENAS no se queda ahí desgraciadamente, sino que también se le nota en su obsesión metapoética omnipresente. Lo de los fragmentos, en cambio, podemos achacárselo a la posmodernidad.
OBRA ENTERA CONSTA DE 757 PÁGINAS. Ejemplifica otro problema de la recepción de los poetas hispanoamericanos. Una vez que por suerte algunos logran cruzar el Atlántico, lo hacen torrencialmente, con obras completas o anchas antologías difícilmente abarcables. Perdemos el placer de ver cómo crece un poeta, de asistir a su obra surgiendo poco a poco.
CON TODO, entre los cientos de páginas no cuesta encontrar poemas muy emocionantes, como “Aprendiz de cónyuge” (en prosa), “Fracaso”, “Derrota”, “Inmediaciones” (en prosa), “Angst”, “El enemigo” (en prosa), “Lo que miras”, “Al lector” o “Nunca he sabido”.
POR CITAR un ejemplo, “Angst”:
No es nada
algo sin trascendencia,
nada.
Una dificultad leve
en la respiración.
Problema de angostura
parece.
¿Acaso no sabías
que la puerta es estrecha?
YA HEMOS DICHO que hacia la mitad del volumen se entra en la parte en prosa. Rápidamente nos percatamos de que la estética de haiku de los poemas precedentes (Palabras no quiero. / Sólo / atención, / atención, / atención. [p. 270]) respondía punto por punto a un muy sopesado posicionamiento intelectual.
EN LOS MEJORES MOMENTOS, se recuerda a Ramón Gaya, pues Cadenas también abomina de la artificiosidad de la crítica y aspira a la naturalidad del arte.
EN OTROS, arremete contra las religiones que limitan lo sagrado a unos ámbitos concretos, diferenciados del mundo profano. Su religiosidad es zen por zen panteísta. Tiene contra la Iglesia la defensa que ésta hace de la autonomía de lo laico. Por eso, aunque lo intenta, acaba su ensayo final Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística sin entrar —no podía— a fondo: "Decidí no escribir sobre San Juan. Espero que él y mi amigo me perdonen, que para eso son santos" [p. 752].
EL TONO de este ensayo, y de otras páginas, recuerda a Dichtung und Wahrheit (Un poema no escrito) de W. H. Auden. (Esto es un elogio.)
DONDE CADENAS ALCANZA sus cotas más altas es en la defensa del lenguaje, tras los pasos de Karl Kraus, Pedro Salinas y George Steiner. No ve con optimismo el futuro de unas sociedades que descuidan y rebajan su idioma. Los poetas serían los que cuidan la hierba / que dejan los bárbaros.
EL GOBIERNO ESPAÑOL, además de vídeos de Al Gore, podría repartir entre los institutos esta Obra entera o, al menos, una separata con esa voz de alarma que es En torno al lenguaje. Serviría para intentar paliar la catástrofe educativa que ya tenemos encima.
NO POSTULA JAMÁS un lenguaje alambicado sino exacto. Y predica con el ejemplo. De su poesía podría decirse lo que Víctor Botas en “El poema”: No le toques ya más / que así es la prosa.
Y ES QUE, A FIN DE CUENTAS, él lo explica muy bien: "Me sería muy difícil escribir algo que no esté cerca del habla, algo que no pueda también decir sin rubor. Es absurdo empeñarse en seguir escribiendo poemas poéticos, literatura literaria. Ha ganado la prosa para el bien de la poesía". [p. 599]. Justamente eso.
Enrique García-Máiquez