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Tempus fugit

Jos� Julio Cabanillas, Cuatro estaciones, Rialp, Madrid, 2008.

José Julio Cabanillas (Granada, 1958) es el autor de los poemarios Las canciones del Alba (Renacimiento, 1990), Palabras de demora (Renacimiento, 1994), En lugar del mundo (Pre-Textos, 1998), Los que devuelve el mar (Pre-Textos, 2005) y de la prosa poética La luna y el sol (Númenor, 2006). Asimismo ha publicado la novela Benzelá (Pre-Textos, 1998) y ha traducido a G. M. Hopkins y G. K. Chesterton. Y ahora, en la colección Adonais, publica esta obra que, como siempre en Cabanillas, está llena de hondura y sencillez al mismo tiempo.

Cuatro estaciones es un libro que emociona. El poeta comienza, a modo de introducción, con un poema solemne, sobrecogedor, en el que se describe la creación del hombre y que sirve de gran pórtico a toda la obra:

Erguido levantaba la frente hacia las nubes
y el cuerpo era de barro húmedo todavía.
¿Un error? Es el hombre, oyó que le dijeron.
(pág. 7)

A continuación, Cabanillas se adentra en el mundo con una mirada diferente, centrada en lo cotidiano pero,omega replica watches a la vez, universal; y lo hace siguiendo una cadencia peculiar de las cuatro estaciones: primavera, otoño, verano e invierno. El poemario queda así marcado por un ritmo muy significativo que tiene algo casi de litúrgico.

En la primavera los ojos del poeta se vuelven hacia su infancia, esa edad de oro donde la luz brillaba más y que es uno de los grandes temas en la poética de Cabanillas. La memoria retiene con nostalgia detalles aparentemente insignificantes, que no quiere olvidar; y es el amor el que libra aquellos cálidos recuerdos de la oscuridad y de la nada:

Se obstinan los recuerdos por traer a la orilla
despojos que las olas a ciegas vomitaron.
(pág. 15).

En el otoño el poeta se interna en la noche y en el mundo de los muertos. Son versos que provocan inquietud, que golpean con fuerza. El hombre palpa su fugacidad a cada paso y todo le recuerda su destino:

Te encontré una mañana, sombra puesta a mi lado,
y cada noche eres más grande que mi vida.
(pág. 24).

En Cuatro estaciones Cabanillas subraya los contrastes de una manera magistral, y con el verano quiere aludir ahora al esplendor de la creación. La simbología, especialmente del color y de la luz, adquiere en esta sección toda su fuerza. Resuenan aquí los ecos ancestrales del Génesis, entre el tronar del oleaje, la tierra imitatie horloges y la majestad del cielo. Un universo donde la cercanía de Dios saca al hombre de la nada en la que se encuentra y lo llena de esperanza:

Tu canto es mi respuesta. Y a mí que estoy sin alas,
-esclavo hijo de esclavos sin fortuna-
me coses unas alas y escucho: “Vuela ahora…”.
(pág. 40).

Por último, en el invierno el poeta evoca la decadencia y el paso del tiempo inexorable, que acaba por poner todas las cosas en su sitio. Las incertidumbres de antaño, las amarguras y las ambiciones, se deshacen desde la perspectiva de un final que ya llega:

Hoy con tu vista débil ya no puedes leer
más que los trazos grandes de tu historia
y se borra, menudo, todo lo que una vez
fue tu gloria y tormento y tu delicia.
(pág. 50).

En suma, Cuatro estaciones es un poemario de altísima calidad, Replica Omega Watches en el que el poeta muestra con su sinceridad habitual cómo el amor consigue transcender lo más sencillo y cotidiano.

Luis Arenal










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