Las antologías son libros raros, retraídos. Miran desde la estantería con ojos de culpa, como si pidieran perdón por su existencia. Forman un gueto. En mi estantería las veo muy juntas, casi abrazadas, un poco hundidas hacia el fondo, quizás para escapar del recelo con que son miradas por los demás libros. Ésta de la que aquí tratamos es distinta, y no por su volumen, la calidad de su papel, o sus lujosos espacios en blanco (propios de la colección). Lo es porque no ha nacido con el estigma de la culpabilidad.
La antología que nos presenta el profesor Soria Olmedo ha sido editada por Tusquets para celebrar fake taschen kaufen y conmemorar que se cumplen veinte años de la creación de su colección Nuevos textos sagrados, a su vez incluida en Marginales. Por lo tanto, Andrés Soria se ha ahorrado las explicaciones y justificaciones propias de las antologías, que nunca terminan de conseguir explicarse y justificarse. A pesar de eso, lo primero que nos encontramos es una cita de Viaje del Parnaso de Cervantes, con la que el antólogo se cura en salud, quizás como guiño a los demás libros de su especie: Unos, porque los puse me abominan; / otros, porque he dejado de ponellos, / de darme pesadumbre determinan. En esta ocasión no existe tal problema, pues el libro recoge poemas de todos los autores que han publicado en Nuevos textos sagrados durante sus veinte años de vida.
El éxito de la colección dirigida por Antoni Marí es evidente. Recordemos, por ejemplo, que cinco de los diez últimos Premios Nacionales de Poesía se han publicado en ella. No es casualidad. Como dice Andrés Soria en su interesante prólogo (que además es extenso, pues dedica unas líneas a todos y cada uno de los autores antologados): "La propia colección es ya antología o selección de un conjunto más vasto dentro de la producción de cada autor". Y es que el nombre de la colección ya parece indicarnos que se necesita estar consagrado o tener una trayectoria consolidada para entrar en ella. ¿Es el club sagrado de la poesía en nuestro idioma? Es posible. Lo cierto es que (al menos a mí me pasa) cuando encuentro en una librería el lomo dorado del último poemario a la venta, lo compro, y lo hago con la sensación de que no me va a defraudar. Alguna vez me ha ocurrido, sí, esperaba más, pero ha sido en contadas ocasiones. Es necesario decir, por otra parte, que esta manera de editar no sería posible sin la presencia de otras editoriales que en su día apostaron por estos autores cuando aún no eran tan conocidos.
La selección que ha preparado Soria Olmedo nos es presentada en un orden cronológico, teniendo en cuenta únicamente el año de nacimiento de los autores, a los que ha agrupado en secciones. La primera se encuadra en lo que el antólogo llama "la modernidad poética", y los escritores incluidos son: Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Rosa Chacel, Enrique Molina y Virgilio Piñera. Los poetas de la segunda "pertenecen básicamente a la generación del cincuenta": Carlos Bousoño, Ida Vitale, Ángel González, José Manuel Caballero Bonald, Alfonso Costafreda, Arnaldo Calveyra, José Corredor-Matheos, Dionisia García, José Ángel Valente, María Victoria Atencia, Antonio Gamoneda, Francisco Brines, Rafael Guillén, Manuel Padorno y Claudio Rodríguez. La tercera sección "arranca con nombres sobre quienes sopló la Musa del 68 y termina en la lábil frontera de la transición", con los siguientes autores: Antonio Martínez Sarrión, Clara Janés, Francisco Ferrer Lerín, Juan Luis Panero, Marcos Ricardo Barnatán, Antonio Colinas, Guillermo Carnero, Juan Gustavo Cobo Borda, Eloy Sánchez Rosillo, Daniel Samoilovich, Olvido García Valdés, Vladimir Herrera, Chantal Maillard, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena, Ángel Rupérez y Andrés Trapiello. En la cuarta y última sección se incluye "a quienes pueden identificar su primera madurez con el siglo XXI": Concha García, Luis García Montero, Álvaro Valverde, Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal, José María Micó, Jorge Riechmann, Vicente Gallego, Juan Carlos Marset, Vicente Valero, Diego Doncel, Luisa Castro y Luis Muñoz.
El número de poemas que se recogen por autor es variable y, al ser tantos los antologados, de cada uno de ellos sólo nos llegan unas instantáneas, unos pocos poemas, unos versos que sirven para evocar el libro al que pertenecen y que nos invitan a volver a él. Así pues, las más de quinientas páginas de la antología nos ofrecen una variada y extensa muestra de poesía, que ciertamente merece la pena leer.
Enhorabuena, pues, por estos veinte años y, junto a las demás colecciones y editoriales de poesía, que cumpla muchos más.
Eugenio Maqueda