Que la Vanguardia histórica constituye, desde un punto de vista estético-poético, la conclusión de la Modernidad y que tras ella, tras la guerra, ya no hay ideaciones sino que tan sólo reminiscencias de otras épocas que surgen ahora como neorrealismo, neodecadentismo, neovanguardia... es un hecho ineludible que debería servir de plantilla al crítico, aunque los intereses económicos del mercado actual recomienden obviarla y seguir pautas más lucrativas. Recreaciones, sin embargo, que ayudan a entender el quehacer poético del Doncel de En ningún paraíso.
Eloy Fernández Porta habla de poemas narrativos al referirse a esta obra, lo cual nos remite al proceso de entremezclamiento de géneros que describe la Modernidad y que tiene su punto de partida en la creación y concepción como tal del poema en prosa del Romanticismo alemán. El predominante carácter meditativo de En ningún paraíso explica que el autor opte por el poema en prosa o por la prosa poética, según se quiera entender. En este espacio de reflexión se da cuenta de la disolución del sujeto moderno –disolución que ya había llevado a cabo la Vanguardia-, fruto de una subjetividad que desimplifica la realidad, y establece la ironía –también ésta de origen romántico- como el modo de relación con la realidad, con la vida. Paradójicamente, todavía son pocos los intentos de reconstitución del sujeto, necesaria por otra parte para que el nuevo sujeto pueda decidir sobre sí mismo y sobre el mundo, y para que podamos hablar de las posibilidades de una poesía decisiva. Doncel incorpora elementos de la realidad actual -de forma parecida, mas no coincidente, a como lo hizo en su momento el Futurismo- en un juego de analogías y búsqueda de símbolos, efectivos las más de las veces, aunque peque en ocasiones de gratuidad en el uso del lenguaje y de lo ocurrente. La objetivación que se consigue con la integración de objetos propios de la contemporaneidad (grasa de automóviles, autopistas, graffitis, brik de leche pasteurizada…), aquí es obviada y reconducida a su efecto opuesto precisamente por ese juego de analogías de que se ha hablado.
Cabe señalar, finalmente, como resorte significativo de En ningún paraíso, la autoconciencia de la propia tarea de escritura así como la reflexión acerca de las posibilidades del lenguaje. En estos poemas el lenguaje pasa a un primer plano siendo objeto de reflexión y por el uso que se hace del mismo. Ese cierto aire de “realismo sucio” del que se sirve Doncel acaba por limitar mucho el objeto de su crítica. Parece fácil hacer una crítica de la sociedad y del mundo cuando se les reduce a sexo, drogas, publicidad o detritus urbano, y se piensa que la terminología propia de estos ámbitos es la más efectiva en esta tarea.
La lectura de En ningún paraíso no deja indiferente, tanto por el uso agresivo que Doncel hace del lenguaje para cuestionar el mundo, como por el carácter vulnerable que padece dicho cuestionamiento.
José Manuel Pons