La Veleta ha ido publicando, sucesivamente, antologías y obras completas de poetas de la talla de Miguel d´Ors, Eloy Sánchez Rosillo, Andrés Trapiello y Fernando Ortiz. Ahora saca a la luz esta Reunión de José Mateos, el primer autor perteneciente a una generación más joven.
Dejando aparte la calidad de la edición, la rugosidad del papel y la belleza de la portada, (elementos sibaritas para un lector gourmet), la cuidada selección de Mateos se hace apetecible desde el primer verso. Se presiente el mimo del poeta que ha repensado y re-creado cada palabra, cada sílaba. Él mismo se identifica como alguien que duda y canta, un binomio que le cuadra muy bien, ya que el trabajo que supone la esforzada duda no es obstáculo para la frescura que conlleva la canción. Un escritor en continua creación de lo que escribe, dejando que el tiempo madure cada verso.
Podemos estar o no de acuerdo con él en alguno de sus cambios. A mí,Replica Watches particularmente, me cautivó el final de uno de los fragmentos de su largo poema "La Niebla":
Y sin embargo
para decir: te quiero, nadie puede
arrancar una flor sin marchitarla.
Y, sin embargo, en las obras completas encontré lo que ya me adelantó el mismo Mateos en un recital: el final que tanto me gustaba ha evolucionado, no diré que para peor, pero sí en perjuicio de una imagen que él consideraba manida, y a mí me parece que en sus manos cobraba una fuerza y un brillo nuevos. Ahí pudo quedar la anécdota, pero un encuentro fortuito con Pablo Moreno me confirmó en mi idea de que la obra de José Mateos era una obra pensada. Se trata de la última pieza del libro, dentro de los poemas llamados inéditos, que ahora ya no lo son. Pablo me dijo que él guardaba el auténtico inédito, escrito en una postal, y efectivamente era algo distinto del que ahora se nos ofrece.
Decía que dudar y cantar son acciones muy propias de José Mateos, y es que en sus creaciones se advierte una delicadeza sutil, como de hoja que tiembla bajo la lluvia. Puede que por eso defienda con tanta valentía la métrica de arte menor, el verso dicho en voz baja, vertido en formas íntimas como la canción y el haiku. Sus canciones son la unión perfecta de belleza y filosofía. Su voz se ha vuelta más reconcentrada, después de un primer y un segundo libro, Una extraña ciudad y Días en claro, que guardan poemas tan redondos como "Julia Reis", "Noche", y "La rueda del tiempo", y versos tan rotundos como La nostalgia / de tardes que encendían el rubor de la nieve, o:
Lo dice un libro. Volveré yo a ser niño
y a jugar por las tardes con un balón de trapo.
Esa capacidad de meditar en verso, que siempre ha tenido, se vuelve más patente en "Canciones", donde conversa con un padre muerto, con el tiempo, con la sombra, con la propia muerte. Si alguna vez nos parecían sus palabras las de un estoico resignado, al volver las páginas vemos cómo el libro se tiñe de luz, de una luz misteriosa que no nace de las trampas de un falso happy end.
Aquí, frente al mar, lo dice
el sol del anochecer:
Morir
es empezar a volver.
En "La Niebla" encontramos un hallazgo, que ha servido de inspiración y aprendizaje a muchos poetas jóvenes: el verso endecasílabo con acentos en cuarta y octava. Lo maneja con maestría, y le sirve como caudal abierto a las preguntas. En la presentación de este libro, en junio de 2003, Fidel Villegas decía que Mateos se había ganado una merecida fama de poeta “preguntón”. Empieza el largo poema preguntando y lo termina preguntando, pero también nos ofrece alguna respuesta sólida, como Un dios que se concibe ya no es Dios, o Y tu casa esta aquí: es esta niebla.
Finaliza el libro con unos pocos haikai y poemas (ya no tan) inéditos. En los haikai vuelve al tono menor, pero para seguir interrogándose y respondiendo. La poesía de José Mateos es, en mi opinión, una poesía de silencio, forjada en el silencio, en la naturaleza, en la sombra que quiere ser luz, y por eso mismo ya nos ilumina.
Rocío Arana