Presuponemos —quizá flaqueando en nuestra benevolencia— que se escribe desde el presente, aunque algunos autores se empeñen en perpetuar el siglo XIX en pleno XXI. Unos escogen mirar el pasado, otros enfrentarse al futuro; por fortuna existen quienes, incapaces de renunciar a una de las partes de la historia, o decididos a no hacerlo, lo abarcan todo. Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975) ocupa un lugar preferente en este grupo: a cada nuevo libro nos construye otro universo. Sucedió con El libro de los hundidos, poemario editado por Visor en 2006, y ocurre en su novela Boxeo sobre hielo (Berenice, 2007), una de las pocas revelaciones verdaderas de la narrativa española: diferente en forma y contenido, imaginativa, con todos los cabos atados en su labor de ingeniería… Guerra del fin del sueño —publicado por La Garúa, a cuya nueva etapa merece la pena prestar mucha atención— retoma la voluntad de otorgar voz a la marea humana, comprar un billete a nuestros bajos fondos emocionales, contarlo.
Los seres anónimos de su anterior poemario obtienen, ahora, nombre y apellidos. En Guerra del fin del sueño se llaman Raymond Carver, Chet Baker, Émile Zola; la marea humana consigue nota biográfica propia, por sus obras los conoceréis, y en ellos os reconoceréis. Se trata, intuyo, de mostrar el dolor —núcleo del poemario: el centro de este mundo / el corazón del fruto de este mundo / la diana del centro de la vida / es el dolor, leemos en el poema número veinte— como patrimonio general, incluso de aquellos cuya vida sonríe en la apariencia, y se desmorona en la parte sumergida del iceberg. Libro enciclopédico e intenso, de paradojas y musicalidad envidiables, alcanza sus mejores momentos cuando retorna a lo común y regala otra vuelta de tuerca a lo social: El que vive / sin un palmo de tierra que pueda decir suyo / sin un pulmón de oro que legar a sus hijos / sin un aparador donde colgar recuerdos como insectos / sin facturas que aclaren su identidad al mundo / el que así vive / ciudadano de la desposesión / tiene miedo a la muerte?
Guerra del fin del sueño nos habla sobre perdedores y supervivientes, sobre el malestar que desciende / desde cualquier esquina, omnipresente. En sus semejanzas con El libro de los hundidos —el primer bloque de Guerra, “Los signos”, se leería como apéndice o transición desde el anterior poemario— residen sus mínimas flaquezas y, al mismo tiempo, uno de sus aspectos más jugosos: Mario Cuenca ha tejido una obra coherente en su globalidad, en la que poesía y narrativa se unen como teselas de mosaico. Comprendemos un libro sin su predecesor, pero su lectura nos completa. Esta particular Divina Comedia ausente de cielos y purgatorios, incidente en los infiernos, aterra y sana.
Elena Medel