Historia(s) del cine es un poemario escrito por Jean-Luc Godard entre 1988 y 1998. Encerrado frente al escritorio de la creación poética y con la mirada cansada puesta sobre la historia del cine que es la historia de la humanidad, el realizador francés escribió los versos que más adelante conformarían el esqueleto (no es un guión, es un esqueleto) de la monumental creación cinematográfica del mismo título. El verso de Godard es tan rotundo que uno no necesita excusar el libro partiendo de premisas del tipo “el cineasta que también era poeta”. Metáfora, ritmo, quiebra, combinación de mundos (más allá de la found footage film/play, mucho más lejos que el collage), elegía (oh, retorno al país natal / retorno de aquel que ya no necesita / ser invitado / imposible / restaurar la sonrisa / en la que estábamos / sabiamente acurrucados / imposible / restaurar el abrazo sonriente / la plenitud de la existencia / del despertar) y memoria, cita y descubrimiento.
Historia(s) del cine es una salmodia de fraile absorto y brazos caídos, la oración del creado y creador en crisis. La indigencia sufrida durante el rodaje de À bout de souffle es la indigencia de toda la vida de Godard, la hambruna del buscador. Belmondo y Jean Seberg pasan las horas muertas en un dormitorio que no es un plató, y Godard les filma para que la vida sea eso, a través de la pequeña cámara fácil de transportar. Pero esa batalla está perdida y sin embargo Godard sigue haciéndonos creer que no hay cristal, cuando hasta un niño pequeño sabe que sí hay cristal, que sí hay lente. Esa batalla es la misma (tiene los mismos grados, tiene la misma naturaleza) que esta otra que Godard plantea en Historia(s): comprender un siglo marcado por la barbarie, y comprender una historia del cine que está también marcada por la complicidad intermitente con esa barbarie. Por comprender un cine que desde el momento en que se redujo el cielo gigante de los pastores / a la altura / de Pulgarcito muere cada día un poco más. Todo se enturbia cuando además el narrador, el orante, se encuentra en la misma historia –yo sólo soy la recepcionista, yo sólo he sido un visitante en el momento justo, la suerte que ustedes [los directores de la novelle vague, él mismo] tuvieron / fue la de llegar / lo suficientemente temprano / para heredar una historia / que ya era rica / y complicada / y agitada / la suerte de haber tenido bastante tiempo / para ver bastantes filmes / y formarse un criterio personal / de lo que era importante / o menos importante- y duda y se contradice. Godard es aquella persona, termina el libro, que sueña que está en el paraíso y recibe como obsequio una flor, y se despierta del sueño con la flor en la mano y entonces qué. Pero el impulso marca la intención y salva el valor del actuar del poeta. Y provoca la aparición de puntos de llegada; no hallazgos, no versos lúcidos: puntos de llegada.
(...)
los grandes realizadores de ficción
fueron incapaces
de controlar la venganza
que veinte veces habían puesto en escena
historias del cine
historias sin palabras
historias de la noche
es el pobre cine
de los noticiarios
el que debe lavar
de toda sospecha
la sangre y las lágrimas
así como se limpia la acera
cuando es demasiado tarde
y el ejército
ya disparó a la multitud
(...)
olvidamos esa pequeña ciudad
y sus muros blancos rodeada de olivos
pero nos acordamos de Picasso
es decir de Guernica
olvidamos a Valentín Feldman
el joven filósofo fusilado
en el cuarenta y tres
pero quién no se acuerda
al menos de un prisionero
es decir de Goya
y si George Stevens
no hubiera sido el primero en usar
la primera película
dieciséis color
en Auschwitz
y Ravensbrück
quizás
la felicidad
de Elizabeth Taylor
jamás hubiera encontrado
un lugar al sol
(...)
ser poeta
en tiempos
de infortunio
es pues
cantando
estar atento
a la huella
de los dioses prófugos
he aquí por qué
en el tiempo de la noche del mundo
el poeta dice lo sagrado
(...)
Todo se ensambla, todo se superpone. Cuando uno ve el DVD de Historia(s) del cine, el lector del Godard poeta comprueba que late la misma enfermedad del montaje (que no es enfermedad sino hábito, probablemente operativo bueno) en el producto audiovisual y su raíz. En el film en cuatro partes Historia(s) del cine (distribuido aquí por Intermedio en 2006, tantos años después de su estreno en la televisión francesa, en la televisión francesa) Godard tiembla uniendo cuadros de artistas de hoy y de todos los siglos, fragmentos de películas, títulos, voces en off, la voz de Godard en off, más voces (Malraux, Celan, Pound, otras), fotogramas ralentizados hasta la indefinición, hasta la re-nominalización. Así va construyendo su historia del cine, su historia de la humanidad: en la duda del poeta y el arrojo del poeta.
Además de ser un libro de poesía, Historia(s) es la fisicidad del discurso de Godard, aquí compilado y contundente. Devolver al pensamiento su espacio revolucionario (a veces uno estaría tentado / de desear que en Francia / la actividad del espíritu / volviera a ser / pasible de cárcel / eso devolvería / un poco de seriedad / a los espíritus libres). Trabajar con los corazones, no las manos. Identificar el amor con la mano, es decir, con la donación contable. Diferenciar la razón de estado de la razón del pueblo, la conciencia. Hacer al hombre responsable de los sucesos de la historia (constituir uno mismo su propia historia / saber / quién viene después de ustedes / la única oportunidad de hacer / historia). Reconocer que se está en la historia. Hacer al arte instrumento de la fijación de la historia, de la evolución. Ser el enemigo / de nuestro tiempo / ya que su tarea apunta / justamente / a la abolición del tiempo. Enfrentarse a la muerte como Nicholas Ray y Win Wenders en Lightning over water.
Todas las cuestiones aquí planteadas (el verso y el tema, la poesía) hacen de este libro un acontecimiento. Historia(s) del cine es un poemario de Jean Luc Godard. Fue publicado por Gallimard en 1998 y ha sido traducido por Caja negra editora (Buenos Aires) en 2007. Tiene una cierta distribución en España.
Javier Casacuberta