La voz de ultratumba

Manuel Ballesteros, Al otro lado, Devenir, Madrid, 54 pp., 2009

Este nuevo poemario de Manuel Ballesteros (León, 1954) supone un cierto cambio en comparación con sus libros anteriores. Hay un mayor distanciamiento del autor, con menos referencias a sus ámbitos más personales. El poeta se esconde y multiplica en diversos personajes. Los treinta y tres poemas que forman el libro podrían calificarse como breves relatos poéticos, pues cada uno recoge una voz de ultratumba que nos habla brevemente de su existencia y de su muerte.

Aunque cada poema puede leerse de modo independiente, sin embargo, todos tienen ese hilo conductor que es la muerte o mejor la visión del hombre y de su existencia terrena desde el más allá, por eso abundan las referencias a fantasmas, a lugares abandonados, a edificios ruinosos, a la caducidad. Tenemos, por ejemplo, a alguien que fue famoso y que ha caído en el olvido; a un churrero; a una víctima del aborto por decisión de sus padres; un perro guardián de una casa del barrio barcelonés de Sarriá; a un marido, muerto en accidente de coche, cuando acababa de comprar unas flores para su mujer, para aliviar su mala conciencia; a un pirata portugués, a un licenciado por Oxford, muerto en Singapur al servicio de Su Graciosa Majestad… Unas historias son cercanas a nuestra época y otras más alejadas, aunque no hay referencias temporales precisas. Replica Watches

En esa visión desde el más allá, encontramos recuerdos, ironía, experiencia, —la muerte ha puesto las cosas en su sitio—, y cierta nostalgia por la pérdida del cuerpo y de los sentidos, a la espera de la prometida resurrección de la carne: ¿Quién puede acostumbrarse // a esto de estar muerto? //¿Quién puede acostumbrarse en primavera // a los colores indecisos, pálidos, // de este mundo intermedio, mientras fuera // y arriba, al otro lado, las mimosas // se visten de amarillo, y las oblicuas // laderas tapizadas por la hierba // reciente cobran vida cuando el viento // pasa con su rumor acariciándolas.

No se trata de ninguna visión terrorífica o nihilista de la vida y de la muerte, sino más bien serena y con buenas dosis de humor. Por contraste, se nos ofrecen desde el más allá luces sobre la existencia terrena de los hombres, tantas veces desorientada o tontamente malgastada. Bajo el tono discursivo de los poemas, con adjetivación escasa pero precisa, subyace un singular y elaborado ritmo, con un uso frecuente de encabalgamientos, que da armonía al conjunto.