Miguel d�Ors, Sociedad limitada, Renacimiento, Sevilla, 76 pp., 2010
Sociedad limitada: libro explosivo donde el autor hace lo que le da la gana, poéticamente hablando. En una sola frase podemos describir este último (por ahora) poemario de Miguel d´Ors, uno de los mejores poetas que dio nuestro país al siglo XX… y al XXI.
Quienes busquen un libro apacible y tranquilo no deben abrir este. Sin duda los lectores corremos un peligro: el de querer diferenciar entre el d´Ors de la adjetivación brillante y la emoción bien medida, el d´Ors de los endecasílabos que huelen a rebaño,Audemars Piguet Replica Watches
y el d´Ors que expone claramente sus ideas, unas ideas incómodas para muchos y que incluso pueden sobrar a algunos. Pero desligar cara y cruz de un mismo autor es tarea imposible. La vida es un bloque, y el autor es indisoluble con sus vivencias e ideas: hay que elegir. O todo o nada. Pocos poetas hay tan coherentes como Miguel d´Ors, aunque esa coherencia muestre a veces, justo es reconocerlo, una cierta afición al escándalo.
Los versos de este nuevo libro saben a niñez y a vacas, a exabrupto lírico, a guasa épica, a epigrama genial. Saben a siempre y a nunca, a felicidad imperfecta. Los temas no cambian, pero el tono evoluciona: se ve a un poeta cada vez más incómodo con la sociedad que lo rodea —incapaz de levantar la vista por encima de lo físico, lo racional, lo útil y lo razonable (p.8)—, y cada vez más cómodo con la poesía. Más intrépido en sus recursos estilísticos. Más desenvuelto a la hora de buscar y hallar la Belleza. No cambian los temas, y podríamos añadir: afortunadamente. Esas que García Martín llama sus obsesiones pasean por este libro a sus anchas. El mismo autor las ha dejado entrar en el prólogo, en el que afirma seguir su propia tradición.
La ironía, la greguería ramoniana, el guiño al público lector siguen presentes y se desarrollan a lo largo de las 76 páginas del libro. Encontramos una frescura única en una madurez espléndida: ese poder que tiene para quitar peso a la intertextualidad, jugar con una copla y con fray Luis en el mismo registro, nos sorprende otra vez. Y también esa otra capacidad de unir rimas burlonas con lirismo puro. Un solo ejemplo: verbos tan corrientes como "flotar" se convierten, sabiamente acompañados, en el quicio de todo un poema: Mira esa nube cómo flota / por encima del tiempo (p. 11), Flotando, whisky en mano, en mi sofá / y en el Réquiem de Verdi (p. 16.) Panerai Replica Watches
hellopanerai.com El tiempo y el disgusto por vivir en una época tan anodina son los temas recurrentes de este nuevo y antiguo Miguel d´Ors. También el amor paradójico, melancólico, sublime, solitario y habitado misteriosamente, como en "Nunca te fuiste": Si acaso imaginaste que dejándome / te apartabas de mí, qué poco sabes / de los poetas (p. 54.).
También es tema principal la propia poesía, que se le presenta de improviso como Ava Gardner a Mario Cabré (fíjense, fíjense en las implicaciones morales de la imagen, apunta certero Enrique García-Máiquez en su blog.) De poesía ha hablado siempre en sus sucesivos libros, y habla mucho ahora: se confiesa, en medio de esa timidez huraña de oso que él mismo se atribuye, como un poeta que al mismo tiempo huye de la gloria y tiene su vanidad. Para García-Máiquez el factor clave de esta obra es su rechazo al reconocimiento: "le espanta el éxito y la gloria. Pura lógica d´orslógica: eso sería salir favorecido en los reflejos del callejón del Gato". El poema "Mis siete motivos para desear que no me dediquen una calle" ilustra esta vacilación: al final el motivo último para no desear la gloria es la misma vanidad, y el autor tiene la lucidez y la decencia de reconocerlo, con una "mijita" de guasa para consigo mismo: Y además, que la D, la O y el apóstrofo / no se ponen así (p. 58).
¿Es esto poesía? Sí, y poesía muy libre, en la que deja un taco a la mitad y con puntos suspensivos, o dice que la amapola desconoce la teoría de la amapolidad. Después de todo, después de que la crítica le haya colgado en mil tonos distintos el sambenito de reaccionario, y él mismo se haya regocijado al saberse exactamente / todo lo que aborrece esa canalla, poéticamente hablando este libro es toda una revolución.
Parece que de la "poesía de la experiencia" el único que ha seguido haciendo buena poesía es Miguel d´Ors. Los demás han cambiado o han degenerado poéticamente. Felicidades, Miguel.