Corina D�valos, Memoria del Para�so, Siltol�, Sevilla, 72 pp., 2010
Dentro de la pujante y hermosa colección sevillana de Siltolá aparece este poemario afincado con seguridad en un terreno transitado por la tradición hispánica, al que se le suman atisbos de otros autores diversos como Wallace Stevens o Wislawa Szymborka. Las filiaciones contemporáneas de Corina Dávalos (Quito, 1977) son, sobre todo, españolas (no en vano lleva muchos años viviendo en nuestro país) y se adivinan en sus agradecimientos explícitos: Miguel d’Ors, Julio Martínez Mesanza, Enrique García-Máiquez, etc. Con estos maridajes no es de extrañar que el libro se lea con fluidez y amenidad, fruto logrado de una técnica transparente.
Como el propio titulo sugiere, la primera parte del poemario se esfuerza en recobrar la luminosidad de una experiencia vivida en el pasado que presta sentido a la vida cotidiana. ¿Qué es la esperanza,Replica Watches
sino memoria del Paraíso?, es la pregunta que enlaza futuro y pretérito, porvenir y experiencia. La mayúscula no deja muchas dudas: se trata de un amor trascendente y recordado. El Paraíso del que se hace memoria es aquello por lo que vale la pena vivir en el día a día. Con discreción la voz poética desgrana pequeños recuerdos apenas insinuados, pero que, de pronto, tienen un valor sustancial porque son compartidos con un Tú amoroso.
La realidad se reconcilia con el deseo gracias a la fe en un encuentro vivido antes, y que se espera que se proyecte en lo que ha de venir. La nostalgia, pues, no se tiñe de melancolía, sino de gozo, y se pasea por todo el libro con una confianza casi inconmovible. El primer poema se llama "Evocatio" y el último, "Niñez". Por algo será.
El transcurrir diario, con sus charlas y sus historias menudas, es el marco en el que la mirada se transfigura y persigue los rastros de un encuentro complacido, una revelación sosegada. No hay espacio para el desaliento, lo mismo que tampoco para el desparrame pasional. Predomina, por el contrario, la contención inteligente, sensata, que elige el lado positivo de las cosas con sencillez extrema. El poema "A la vuelta" es característico de este sonriente saludo a la rutina: De vez en cuando salgo de paseo / por la ciudad tranquila. / Encuentro entre su luz atoronjada / a gente que sonríe en los portales… El final de esta flânerie reafirma la convicción de que el mundo está bien hecho: Y vuelvo luego al fin, a lo de siempre, / con una nueva luz en la mirada / tras ver una vez más esos rincones / bruñidos por el sol de la memoria. Seguramente tanta luminosidad tiene sus riesgos. Incluso si se trata de expresar las flores del Bien, éstas necesitan de la oscuridad para descubrirse mejor. Si no sucede así, el panorama se hace poco creíble. Para conjurar el peligro de la superficialidad, dos motivos complementan y sirven de contrapunto a la mirada paradisíaca con que casi todo se enfoca en este libro. De un lado me refiero a la densidad conceptual con que el yo poético asienta su concepción del mundo, que no es simplista en absoluto. Aunque Corina Dávalos no sea una poeta intelectualista, en ocasiones se sirve de la reflexión sentenciosa para apuntalar una mirada honda y compleja: Contraluz, calor y tiempo: / como florece la rosa, / así madura el misterio. El segundo contrapeso a los posibles excesos de un optimismo naïf reside en la misma constatación de la defectividad de las cosas. Aunque la elegía no tiene su sitio en el universo imaginario de la autora, en otro poema, "Contraste", se proclama la belleza recién descubierta de una mañana de sol y se termina con esta brusca imagen mucho menos complaciente: "Muy a pesar del Cielo y sus promesas, / sí, y a pesar de todo: la tristeza".
De todas formas, acaso lo mejor del libro se encuentre en la segunda parte, donde Dávalos puede mostrar mejor su capacidad para expresar imágenes con delicada plasticidad. Es lo que le permite el mínimo recuadro del haiku:
Soplo de viento. ¡Qué honda reverencia del trigo verde!
Tarde de lluvia: con ramas de recuerdos enciendo el fuego.
Aparece tu sombra: la habitación llena de luz.
Versos como éstos, y otros que no cito por no extenderme, demuestran que, detrás de Corina Dávalos, hay una verdadera poeta. Excelente primer libro, en definitiva, que abre la puerta —esperemos— a una voz fresca, interesante y sugerente.