Entre las supersticiones que pueblan el panorama de la poesía española actual, una bastante llamativa hace referencia a la edad de sus cultivadores. Sobreabundan las antologías de poetas jóvenes. Cada cierto tiempo aparece alguna de ellas bajando el listón de los años y, casi siempre, de la calidad. Esto no tendría nada malo, si no fuera porque a los poetas no les pasara como a las señoras de antes, que se quitaban años para parecer menos decrépitas. Aparte de este inconveniente, hay otro no menos importante: en general, suele haber pocos Rimbaud por el mundo y el verdadero talento se aquilata con la madurez. El viento de la poesía sopla donde y cuando quiere. Replica Omega Watches
Aprendizajes tardíos es un libro que, desde el título, lleva impreso el estigma del paso del tiempo. Su autor, Fernando Aínsa, es un ensayista y crítico literario bien conocido por todos aquellos que pretendan estudiar la literatura y la cultura hispanoamericanas. Durante años ha ido publicando una vasta obra que propone una síntesis original y sugerente de las letras del otro lado del Atlántico. Por su trayectoria vital siente una proximidad esencial con América Latina: español de nacimiento y uruguayo de adopción, ha vivido, además, mucho tiempo en Francia. Este cruce de destinos resulta, sin duda, fundamental para comprender este libro con el que, tardíamente, se interna en el campo de la poesía.
De entrada, una rápida lectura del poemario permite adivinar una revisitación de tópicos clásicos como el ubi sunt? o el canto a la vida retirada. Aínsa lo hace desde una experiencia y un lenguaje directos cargados de ironía: Me presento: / tardío aprendiz de hortelano, / falso modesto cocinero, / y otras cosas / que ahora poco importan. Y así, presentados todos, el yo poético va introduciéndonos en su mundo poético, transparente en su autorretrato, objetivo en el tono que utiliza y repentinamente emocionante en medio de su decir sólo prosaico en apariencia. El mejor poema del libro, en mi opinión, ha quedado para el final, “Papá está disimulado en mi equipaje”, en donde el texto nos va llevando de la anécdota hasta el salto afectivo de forma casi imperceptible, pero magistral.
El universo por el que se mueve el poeta es el de un pueblo perdido de Teruel, cuya autenticidad se puede certificar en el mapa y en el viaje de cualquiera que quiera llegar hasta allá. Pero hay, además, otro tipo de existencia que da la literatura. Ese modo de ser imaginario es el que otorga el poeta nombrando plazas, casas y personas. Y es también el que aporta ese lenguaje conversacional y burlón con el que, en medio de referencias al entorno inmediato y sencillo, van desgranándose recuentos de una vida y consideraciones acerca del final de ella. La muerte es una presencia importante del libro: es la "dama del abismo" con la que el poeta se tutea y dialoga con valentía. Frente a ella se alza la vida serena y el goce de lo inmediato, mientras que la tragedia, aunque cercana en el recuerdo, se ahuyenta por la reflexión y, como se declara en un poema, mediante el uso del paréntesis, o sea, los matices que impiden ver las cosas de una manera demasiado apasionada.
Panerai Luminor Submersible Replica Watches Una de las partes más interesantes del libro se corresponde con el centro mismo del volumen. La sección titulada "Nueces", por ejemplo, establece una secuencia de poemas dedicados a este fruto seco, comparado ingeniosamente con los hemisferios cerebrales. Desde su misma insignificancia y su sabor amargo y atrayente al mismo tiempo, se convierte en símbolo del existir. Con el tono rústico y suavemente irónico que lo caracteriza, el poeta hilvana memorias de comilonas pretéritas y mira el presente con ironía: consuélate ahora, / y casca / (frugal) / otra nuez al atardecer mañana. Todos estos poemas dedicados a las nueces, como a otros alimentos (patatas, manzanas, fresas…) ahondan en la dimensión material del vivir y, al mismo tiempo, pintan con nuevos colores ese locus amoenus aragonés, recio y baturro, que no es, por supuesto, mero paisaje constumbrista, sino reencuentro con las raíces.
Aprendizajes tardíos: Me parece difícil encontrar un título más ajustado a lo que promete este libro. Y no sólo por el elemento anecdótico, sino también por su semilla de sabiduría que está plantada debajo de su apariencia.
Javier de Navascués