La poesía de José Gutiérrez Román (Burgos, 1977), ganador del Premio Adonáis 2010 con el libro Los pies del horizonte (que estará en las librerías a finales de este mes de febrero), mantiene una tensión continua entre el carácter fugaz de nuestras experiencias, que transcurren en lugares muy diversos y en momentos irrecuperables, y la poderosa reconstrucción que la memoria realiza sobre tales experiencias. Tal reconstrucción se hace posible gracias al amor que el yo-poético ha ido dejando en todas partes y a la intimidad que ha ido creciendo y ahondando en su corazón a través de ese huidizo vivir, hasta quedar cincelada en su escritura poética.
En el plano expresivo, la palabra de Gutiérrez Román conjuga una simbología llena de los más variados objetos, como variadas han sido sus experiencias, con la inmediatez emocional de quien reconstruye su vida para conocerse mejor y conocer mejor al otro, todo lo cual cristaliza en una palabra de difícil e intensa sencillez. De ahí que el componente reflexivo se abra un espacio importante en muchos de sus poemas, sin ahogar la directa emotividad del canto, como ocurre de modo especial en este último libro premiado con el Adonáis. Con anterioridad José Gutiérrez Román había publicado los poemarios Horarios de ausencia (2001) y Alguien dijo tu nombre (2005).
Nocturno abisal
Viejas lámparas que el mar lloraba cada noche, viejas como olas que estrellan su corazón contra las rocas, viejas como las miradas que atraviesan la noche en busca de una puerta.
¿Recuerdas? Sólo teníamos aquellas lámparas que el mar apagaba con sus lágrimas. Jamás pudimos calmar su desconsuelo. Por eso, desde entonces, vivimos a oscuras en este solitario fondo de barcos hundidos.
¿Recuerdas? Yo soy ese ahogado que te abraza.
Actos de fe
Nos engañaríamos si no nos mintiésemos, si no diéramos paseos con el mismo afán con el que un hombre da la vuelta al mundo, si no llegáramos a ver tras la gris muralla de la rutina los diáfanos templos que se yerguen en el mar y tuviéramos que reconocer que todo es simplemente tal y como parece. Qué pobre representación sería entonces nuestra vida sin esa suerte de imaginarios decorados que nos regala un paisaje, el amor, un libro, sin esa infinita piedad de saber que la vida esconde imperios de luz detrás de las sombras, como habita, agazapada bajo el canto triste,Best Replica Watches la profunda semilla de lo alegre.
No est� en los mapas
El amor forja sus propias ciudades.
Ciudad de puentes que tendieron nuestras manos para que el amor pudiera cruzar cuando el amor fue un pasajero.
Corazones casi en penumbra, y allí la avenida donde siempre nos perdemos para encontrarnos, donde siempre nos encontramos para perdernos. Carreteras que cruzan cuerpo y alma en dirección prohibida mientras duerme la vida su sueño de mariposa.
Ciudad secreta que fundaron nuestras miradas en el mar de la multitud. Ciudad callada que no nos atrevemos a nombrar por temor a que no exista.
Investigaci�n privada
¿Por qué calle andarán ahora mis pasos? ¿Quién estará besando mis labios en aquella copa con la que brindé contigo y por ti? ¿Quién, al amanecer, escuchará los pájaros desde el mismo colchón en que yo los oí por vez primera? Y, ya traspasado por la luz, ¿quién abrirá la ventana para abrazar un rumor de patio con olor a pasteles y vida recién hecha? Avanza la noche, una noche ya lejana de aquel azul intenso, y, sin embargo, no puedo dejar de preguntarme qué será de aquella vida mía que para siempre quedó en Lisboa.