Fernando Pessoa escribe en su Libro del desasosiego: "Considero al verso una cosa intermedia, un paso de la música a la prosa. (…) Estoy seguro de que, en un mundo civilizado perfecto, no habría otro arte que la prosa (…). La poesía quedaría para que los niños se acercasen a la prosa futura; que la poesía es, por cierto, algo infantil, mnemotécnico, auxiliar e inicial" (p. 37). Un juicio tan pesimista acerca de la poesía sorprende por lo inusual y porque procede de un poeta, de un poeta reconocido internacionalmente, todo un mito contemporáneo. Una opinión de este calibre no puede ser ni aceptada sin reservas ni rechazada sin contemplaciones. Conviene que la sometamos al contraste de otros pareceres.
En un artículo publicado recientemente por nike shoes outlet Poesía digital, Ángel Luis Luján, también poeta, reflexiona sobre las diferencias, profundas diferencias, que existen entre la poesía del Siglo de Oro y la poesía moderna ("¿Qué actualidad tiene la poesía del Siglo de Oro?"). Luján explica que la poesía anterior a la era moderna contenía una diversidad de géneros y que tal diversidad era reconocida por autores y lectores. Nadie confundía una égloga con una elegía o con un poema burlesco, por ejemplo. La poesía formaba parte de la vida cotidiana y tenía un papel relevante en todo tipo de celebraciones y actos públicos. En cambio, la poesía moderna no distingue géneros, se caracteriza por una profunda "subjetivización" y se distancia de los discursos públicos y de la vida pública. También estas opiniones pueden y deben matizarse y repensarse. Pero no me cabe ninguna duda de que tanto en las opiniones del ahora mítico Pessoa como en las del humilde y sabio Luján hay una dosis muy alta de verdad. La poesía moderna —en su diversidad— ha experimentado un notable retroceso respecto a los siglos del humanismo. Se encuentra hoy asediada como discurso cultural y reducida a un espacio menor. Además, como sucede con otras artes, sobre todo las artes plásticas, la poesía está sumida en una enorme confusión, producto de la crisis de identidad que viene sufriendo.
Acerca de esa crisis podemos constatar lo siguiente. La poesía tuvo un papel central en las sociedades primitivas, fundadas en la tradición oral (al menos, en la última etapa de esas sociedades tradicionales, que da lugar a epopeyas y baladas). Pasó a ser la más importante de las artes cultas en las sociedades históricas que constituyen el mundo premoderno, esto es, hasta 1800 por poner una fecha concreta. Y, aunque el tópico dice que Platón expulsó a los poetas de la polis ideal, una lectura atenta de la República revela que Platón deja la puerta abierta a los poetas y a la discusión sobre la poesía. Simplemente, prefiere la filosofía para educar a la nueva polis, en vez de la poesía, que ha educado a la polis tradicional. En ese tiempo premoderno la poesía coexistió con una forma de pensar dogmática, lo que, lejos de ocasionarle problemas, permitió su mayor esplendor (así lo constata Luján). El poeta premoderno, desde Petrarca a Shakespeare, es consciente de la autoridad que tiene sobre el público que le oye o le lee. Ese público está obligado a asumir el discurso del poeta, porque el poeta se identifica plenamente con su héroe lírico. Pero la poesía sufre en la era moderna un proceso de decadencia y conflicto interior y exterior, al tener que convivir con un entorno ideológico de carácter escéptico. Ese mundo escéptico ha recibido otras denominaciones: laicismo, positivismo o era de la ciencia, Modernidad… La poesía de los siglos XIX y XX ha tomado diferentes direcciones, que, en mi opinión, pueden reducirse en última instancia a unas pocas líneas: el simbolismo (la más valorada y transitada), la rendición de cuentas (la más subjetiva, incluye confesiones y memorias), la poesía humorística y popular, y el eclecticismo. Pero en todas las líneas puede advertirse el mismo pulso débil, vacilante (las variantes puras e impuras, la prosificación y la reacción clasicista …). La autoridad del poeta se ha desvanecido. No puede tener ninguna seguridad en la identificación del público que le lee. Su seguridad se torna debilidad más allá de su individualidad. Por eso suele hablarse de la "subjetivización" de la poesía.
Esa debilidad es también apreciable desde el punto de vista de la crítica.
En primer lugar, es evidente que la poesía no alcanza el favor del público. Su posición en el mercado editorial es marginal. Sin embargo, sigue contando con su espacio —reducido— en la crítica periodística (suplementos literarios y revistas culturales). Y, probablemente, en proporción, la atención que merece la poesía en la prensa es superior al lugar que ocupa, también en proporción, este género en relación al conjunto de la edición literaria, al menos en Europa y Norteamérica. En segundo lugar, cabe considerar otro aspecto: la actitud de la crítica misma ante el fenómeno poético. Salvo contadas excepciones, la crítica adopta una posición apologética ante la poesía. Esa apología se resuelve en elogios más o menos tópicos y en paráfrasis elevadoras, aunque es verdad que admite cierta sofisticación para huir de lo rutinario. También en otros géneros literarios y en las demás artes la crítica suele ser apologética. Pero en la poesía lo es aún más, quizá a consecuencia del menor espacio del que disfruta en los medios, pero, también, por la posición de debilidad social que tiene frente a la novela o el ensayo.
La decadencia de la poesía y la apología de la crítica que recibe forman un círculo fatal. No puede romperse ese círculo sólo con voluntarismo. Sería necesario un entorno ideológico que superara el escepticismo, hegemónico en la Modernidad y en sociedades imperiales, como la romana (por cierto, en la época imperial de Roma la poesía conoce una enorme decadencia con la excepción de la sátira). Para eso es necesaria una etapa en la travesía del espíritu de la humanidad superior a la etapa del individualismo, en la que estamos instalados en nuestra época. Es necesaria una nueva fe, una fe en las posibilidades que se abren a la humanidad más allá del dogmatismo y del individualismo. Pero tampoco es seguro que una nueva fe alimente el renacimiento de la poesía. Quizá Pessoa tuviera razón.
Contra la opinión de Pessoa juegan otros factores. Quizá el más interesante sea la crisis de la filosofía contemporánea. Llevada por los vientos escépticos, la filosofía del siglo XX ha dudado de todo: del lenguaje, de la posibilidad de conocer, de sí misma. Quienes dudaron del lenguaje buscaron primero el lenguaje exacto de las leyes de la lógica. Pero ese lenguaje representa el polo opuesto de la poesía. La poesía tradicional estaba fundada en un lenguaje de gran capacidad connotativa, como nos enseñó Cornelius Castoriadis a propósito de Safo ("Poiesis" en Figuras de lo pensable, Madrid: Cátedra, 1999). El lenguaje lógico ha prescindido de cualquier cualidad connotativa. Además de ser un lenguaje antipoético, pronto se vio que es también un idioma inútil para la filosofía. Y los filósofos volvieron su mirada al lenguaje de la vida cotidiana. El lenguaje coloquial (conversacional le han llamado) ha sido apreciado por numerosos poetas. Pero aún cabe una tercera orientación. No pocos filósofos han vuelto sus ojos a la poesía. Hugo von Hofmannsthal (por su "Carta de Lord Chandos") y Paul Valéry han sido dos focos de atención poético-filosófica. Una manera de encontrar un lenguaje que supere las limitaciones del discurso filosófico habitual podría encontrarse en cierta poesía. Se trata de un descubrimiento curioso. Dante, el mismo Petrarca (el de los Triunfos), Shakespeare (el de los Sonetos)… contienen una reflexión que se consideró en su tiempo sublime y, por tanto, digna de la poesía épica, aunque sus obras no fueran precisamente epopeyas. Pero es cierto que la poesía moderna ha ganado en capacidad para la reflexión lo que parece haber perdido en autoridad estética. De hecho, la poesía moderna ha desarrollado un nuevo simbolismo. Ese simbolismo se funda en la crítica del escenario humano contemporáneo y se proyecta hacia el futuro. Con ese simbolismo la poesía se convierte en un nuevo dominio para la reflexión. Pierde la capacidad de celebración que contenía la poesía premoderna. Pero gana capacidad de indagación en los márgenes del pensamiento poético. Otros estudiosos de la poesía contemporánea van más allá. En el prólogo de un libro reciente (El pensamiento de los poetas, Zaragoza: Eclipsados, 2010) Luisa-Paz Rodríguez Suárez destaca a este respecto el papel de Heidegger que "plantea la necesidad de buscar nuevos caminos para la filosofía respecto de la tradición metafísica anterior en la que se sostiene nuestra experiencia del pensamiento". Y esos nuevos caminos pasarían por el "pensar poetizante [dichtende Denken]". Pero a Heidegger le gustaban demasiado los juegos de palabras y no sé si con ellos no hacía más pensar retorizante que pensar poetizante. Este es un punto de vista hermético y expresa cierto voluntarismo. El papel de la poesía es ofrecer símbolos, como el de otras formas literarias. Por su historia puede ofrecer una simbología limitada pero importante, porque el simbolismo moderno mira hacia las zonas de sombra de la conciencia de la humanidad.
Que la poesía pueda contener reflexión no la convierte en un discurso privilegiado para la investigación del devenir de la naturaleza humana, al menos, no más que otras artes, literarias o no. Por supuesto que sirve para explorar ese devenir y, ciertamente, puede contener más verdad que los discursos de la lógica o que el lenguaje conversacional. Pero estamos demandando de la poesía algo más, una esperanza, quizá llevados por la nostalgia de lo que fue en otro tiempo. La posición actual de la poesía marca un retroceso respecto a su posición hegemónica de tiempos premodernos. Algo esencial está cambiando en el universo poético. Es difícil decir qué y hasta dónde, porque es un proceso vivo en pleno despliegue. Lo que no debe hacerse es cerrar los ojos ante ese cambio. Más allá de las controversias que suscita la poesía contemporánea, disponemos de observaciones parciales pero valiosas para acercarnos a ese fenómeno. Aquí hemos hecho alusión a dos. El repliegue subjetivizador que señala Luján parece acercarnos al diagnóstico de Pessoa. Pero nada está decidido y quizá la cuestión requiera ampliar el horizonte de nuestra mirada.
Luis Beltrán Almería
La impresión de Pessoa no ha de considerarse tan "peligrosa" como se le supone; a fin de cuentas concede a la poesÃa un estatus de "puente" y de "memoria", "iniciático" (puente, dicho sea de paso que podrÃa recorrerse en sentido inverso al que propone), y uno siempre mantiene la suspicacia ante esta condescendencia en un poeta de su envergadura: esta frase tiene trampa. Como tiene trampa el considerar la crisis de la poesÃa fuera de la crisis de la propia modernidad. El propio Platón nos da la clave: el pecado de los poetas es el ocio. En nuestra modernidad el ocio se ha multiplicado exponencialmente: todos somos poetas. Demasiada poesÃa ahoga, finalmente, el rigor de la poiesis (ese "cultivo de la virtud y el conocimiento" de que hablaba Diotima). Hago notar que no establezco juicios sobre el asunto. Apunto sólo una idea.
Aun reconociendo que Luis Beltrán apunta fenómenos indiscutibles sobre el cambio de la poesÃa y la filosofÃa en la Modernidad, y es muy clarividente y atrevido al expresarlo, no me parece idóneo mirar al pasado premoderno y añorar la "autoridad" del poeta. La poesÃa moderna, haciendo de tripas corazón, se ha constituido en camino de conocimiento. Tal vez el camino de conocimiento más libre y ambicioso que tenemos en esta época intelectualmente tan chata. Y este camino de conocimiento, esta búsqueda de lo absoluto, es tan importante, si no más, que la misión celebrativa o humorÃstica de gran parte de la poesÃa premoderna. Tal vez quienes deban apuntar más alto en el camino hacia una verdad esencial sean los filósofos y demás intelectuales, no precisamente los poetas (me refiero, lógicamente a los poetas que se toman en serio su tarea, no a los vendedores de mercancÃa poética.)
Felicidades por los éxitos de la revista. Feliz Año a todos
Me sumo gustosa a las reflexiones que Luis Beltrán plantea y a las de los comentaristas, porque son caballos de batalla sobre los que una cabalga dÃa sà y dÃa de en medio también. Sin embargo, pienso que la clave para hallar ese lugar que le corresponde al ejercicio de la poesÃa, entendida como creación a través de la palabra escrita estribarÃa en poder deslindar las variantes que su concepto ha sufrido a lo largo de la historia, saber posicionarnos en el lugar de un hombre del siglo XVI o de uno del siglo I a. C. para comprender que lo que ellos hicieron con "eso" que se entendió en su momento por poesÃa hoy puede star ocupando otros lugares de la creación artÃstica, o simplemente del devenir cultural. En resumen creo que Luis Beltrán da en la clave cuando comenta la seguridad con la que Shakespeare, por seguir con su ejemplo, contaba a la hora de ejercer como vate de una sociedad que asà lo contemplaba, por ser poeta, porque decÃa y hacÃa. Hoy en dÃa son muchos los que dicen, sin que tengan que hacerlo a través del el ejercicio de la "poética" con la palabra. Y los que al menos creemos que seguimos con ella nos anclamos, o encontramos un gran referente, o quizás catapulta, en esa expresión del pensamiento heideggeriano, que no olvidemos, también se manifestó en los mismos términos con respecto al arte en general. Añadamos a ello que hoy todo dios, y disculpas por la expresión coloquial, sabe juntar una palabra con otra, escribir, o al menos se presupone que la cultura general llega al 99 por ciento de los españoles con una enseñanza obligatoria, sigamos añadiendo lo que plantea el primer comentarista con respecto a la idea del ocio (la negación del ocio, ya sabemos cuál es), añadamos el derecho de todos a expresar, el NEG-OCIO, ahora sà que con todo esto se puede montar, y se ha montado, la indolencia, el gusto o la necesidad del disfrz en esta sociedad que vivimos y creo que está fraguado el crisol para algunos nuevos...¿vates? de la "poética" actual. Para mà es la crÃtica la que tiene la clave, pero la seria crÃtica, y no olvidemos que los mismos crÃticos andan como todos andamos subyugados por corrientes y gustos estéticos cada uno de su padre y de su madre. Solución: no la hay. tan sólo es el hacer de cada poeta el que irá determinando. En un futuro estudiarán estos tiempos como puro manierismo poético, y como tantos otros periodos artÃsticos al que se le puede adscribir esa categorÃa, profuso en creaciones y corrientes casi instantáneas, por lo poco que duran. El hombre DUDA, y en ese sentido éste es un periodo tremendamente "poético". Nosotros podemos dudar sobre lo que se está haciendo, pero los que vengan lo tendrán claro: la poesÃa se habrá ido abriendo camino por sà misma. A veces pienso que el poeta sólo debe dedicarse a poetizar, porque con tanta reflexión sobre el particular puesta en palabras discursivas, sabemos que los poetas son/somos los más proclives a debatir sobre la cuestión, por la "inseguridad" (debilidad) que padecemos, al final se produce el "overbooking" en todos los sentidos, y de alguna forma, la verdadera palabra poética, no encuentra lugar actual, porque todo está lleno de discurso, incluso de los mismos poetas. Tal vez la culpa la tengamos nosotros mismos. ¿Se imaginan a Rembrandt y Rubens debatiendo con pinceladas no "poéticas" sobre el modo de pintar?. El museo del Prado tendrÃa el tamaño de Madrid entero, pero seguro, seguro que no disfrutarÃamos de muchas de las joyas de estos poetas del arte pictórico. No les habrÃa dado tiempo material en sus vidas para realizarlas. Eso, o es que simple y felizmente en estos tiempos se está generando por fin una auténtica TeorÃa de la PoesÃa (entendida como creación verbal escrita), lo cual querrÃa decir que ha habido que esperar unos 2.500 años para poder empezar a discutir (o apoyar) la decisión de Platón...lo que no serÃa extraño teniendo en cuenta el dominio de la fé y después de la razón que ha lastrado a esta cultura occidental durante tantos siglos. Un placer. Saludos y felicidades por la revista
Desde hace muchisimo tiempo la prosa ocupa un lugar en la musica, con los nuevos tiempos se ha desmejorado, desvirtuando las lineas entre arreglos para acoplarle a la melodia y estilo, no cabe duda que si tuvieramos mejores tiempos civilizados de seguro que la prosa ocuparia un lugar privilegiado y la humanidad quizas no seria tan barbara en las acciones, algunos poemas al pasar por la ruta burlescas nos muestra definitivamente verdades ironicas de una etapa de la humanidad, humoristas que en el fondo guardan un punto que hiere con lo real, asi son las cosas y las verdades genuinas de los que estamos sobre la tierra, el dogma nos señala virtudes, errores, reflexiones tragedias jamas risa, acciones dramaticas que nos pasea por el cotidiano esfuerzo de las leyes alteradas de la sociedad moderna, en cada drama vemos verdades, la critica de ser o no ser; la critica nos lleva a mejorar, a considerar aspecto relevantes sobre el porque de la decadencia de la poesia, viendo las ondinas como un fenomeno parte de inspiracion, llevando lo epico por cambio sustanciales y reflexivos donde la crueldad de la humanidad nos hacer ver el dominio del hombre por el hombre, la destruccion de la civilizacion, con armonia apreciamos algunos sonetos que revelan entusiasmo entre pausas de la mas clara critica de lo escrito, viendo en cada apologia una enseñanza y el pensamiento inquieto de aquellos amantes de la poesia, no todos somos poetas, arte dificil de llevar sobre el papel, el drama, el castigo, la pena, la revuelta, componentes complejos de oraciones, palabras mas o menos cargadas de intelecto y cotidianidad, jamas nos ahogaremos en poesia, seria pensar que nos ahogariamos en historia universal o de los ancestros donde su cultura nos enriquece, nos lleva por el camino del cambio, a ver aspectos de la discriminacion, el dominio por el poder, el exterminio total de la humanidad hasta llegar a destruir el mismo planeta, todo aspecto simbolico nos lleva por cadenas de lo mas antiguo y de alli arrancar para ver las raices y las ramas de saber sobre metodologia, tecnicas, arreglos de la poesia al teatro, a la comedia, a la musica, aprender de cada linea sin atentar contra otro y de seguro veriamos un mundo mas equilibrado. Muy interesante el articulo, los comentarios expresados.